Nina North tenía el cuerpo de una modelo, pero el estrés de un trabajo exigente la dejaba completamente tensa. Sabía que necesitaba un masaje relajante para aliviar las contracturas en sus músculos.
Googleó salones de masaje cercanos a su oficina y eligió el que mejor puntuación tenía. Le sorprendió descubrir que su masajista sería un guapo joven de ojos verdes y mirada intensa. Su nombre era Damien y tenía las manos más ágiles y expertas que Nina hubiese sentido jamás.
Damien pronunció cada palabra con una suave cadencia que hizo que Nina se estremeciera. Se concentró en describir los puntos de tensión para guiar a Damien en el masaje, pero le costó trabajo no pensar en él y en sus manos. Sus movimientos eran tan sensuales que sentía cómo la excitación se apoderaba de ella lenta y inexorablemente.
Al final del masaje, Nina estaba completamente relajada y húmeda entre las piernas. No podía ocultar su excitación al salir de la mesa y Damien se sonrojó al verla. Nina le sonrió, sintiéndose avergonzada y deseosa al mismo tiempo.
Les volvió a faltar el tiempo para conversar cuando Nina acudió a su próxima sesión. En cuestión de semanas, los masajes de Damien se habían convertido en el momento más placentero de su día. Su amistad iba creciendo con cada encuentro en tanto que la tensión sexual aumentaba de manera peligrosa.
Nina guardó silencio sobre su creciente atracción hacia Damien, temerosa de arruinar su relación profesional si él no sentía lo mismo. Damien, por su parte, se esforzaba en permanecer imparcial, a pesar de lo difícil que se le hacía contener su deseo cuando tenía a Nina debajo de sus manos.
Un día, Nina llegó agitada al salón de masaje. Había discutido con su jefe y estaba realmente estresada. Damien la condujo a la mesa y comenzó a masajearla para calmar sus nervios. Pronto, los besos y las caricias se mezclaron con los movimientos de sus manos, y Nina gimió, rogándole más.
Damien la complació gustoso. Su masaje acabó transformándose en algo completamente diferente y prohibido. Ambos supieron en ese instante que habían cruzado una línea y ya no habría vuelta atrás.
La tensión sexual había desembocado finalmente en pasión desenfrenada. Nina y Damien habían encontrado el amor en el lugar menos esperado. Y en aquel momento, ninguno de los dos habría cambiado de posición por nada del mundo.