Luis era un hombre maduro de 56 años que llevaba bastante tiempo casado. Su matrimonio se había vuelto rutinario y las aventuras eróticas habían desaparecido. Hacía meses que no podía lograr una erección con su esposa.
Un día, Luis se encontró con su vecina Carol, una chica de 20 años que estudiaba en la universidad. Desde el primer momento, Luis se sintió fuertemente atraído por Carol, sus curvas esculturales y su fresca sensualidad. No pudo evitar quedarse embobado mirándola.
Carol también se sintió atraída por la madurez y seguridad de Luis. Comenzaron a coquetear y a flirtear, y pronto surgió una conexión intensa entre ellos. Un día, Carol invitó a Luis a su apartamento para ver una película. Luis no pudo resistirse a las tentaciones de la noche.
En el apartamento de Carol, Luis olvidó por completo su edad y se transformó en el amante ardiente y apasionado que siempre quiso ser. Exploraron el cuerpo el uno del otro con las manos, luego Carol se arrodilló y le dio a Luis una experiencia oral inolvidable que hizo que se le encendiera todo.
Después Luis la penetró profundamente y la hizo gemir de placer. Le gustaba ver su rostro contorsionado mientras la bombeaba con fuerza. Cambiaron de posiciones y probaron otras nuevas, como la reverse cowgirl, una de las favoritas de Luis.
Pasaron horas enteras follando sin parar, cansados pero felices. Luis descubrió en Carol la pasión desinhibida que había echado de menos durante tanto tiempo. Y Carol encontró en Luis un amante experto que la hacía sentir deseada y saciada de placeres carnales.
Sus encuentros secretos se volvieron cada vez más intensos, atrevidos y frecuentes, devolviéndole a Luis la juventud perdida y recordándole los deliciosos pecados de la carne. Su relación adúltera los había vuelto a ambos más vivos que nunca.