Amanda era una chica rubia espectacular de 18 años. Sus curvasperfectas y su frescura la habían convertido en la fantasía de muchos chicos de su universidad. Dos de sus mejores amigos, Lucas y Marco, también se contaban entre ellos.
Lucas invitó a Amanda a su apartamento para jugar videojuegos en su consola, sabiendo que Marco no tardaría en unírseles. Cuando Marco llegó, Amanda llevaba sólo una pequeña camiseta y unas bragas, revelando sus piernas largas y bronceadas. Lucas y Marco intercambiaron una mirada cómplice, conscientes de las tensiones sexuales que se estaban desarrollando.
Ya habían comenzado a jugar, pero ninguno de los tres estaba realmente prestando atención al juego. Lucas instó a Amanda a sentarse entre ellos en el sofá, y ella accedió encantada. Pronto, Lucas y Marco comenzaron a acariciar y besar el cuerpo de Amanda, despojándola de su camiseta y bragas.
Amanda gimió de placer al sentir las manos de sus dos amantes explorándola. Lucas tomó uno de sus pechos y comenzó a chuparlo, mientras Marco seguía besando y acariciando su piel. Amanda jadeó cuando Marco se arrodilló entre sus piernas y comenzó a lamer su clítoris delicadamente.
Tras sugerir varias posiciones, Amanda se encontró siendo penetrada simultáneamente por Lucas y Marco, girando y cambiando de posición para probar todos los ángulos posibles. Pasaron horas follando sin parar, probando cuanta lujuria y perversión podían descargarse los tres juntos en un trió apasionado.
Amanda llegó a orgasmos intensos que la dejaron sin aliento. Y aunque Lucas y Marco eyacularon dentro de ella en repetidas ocasiones, su deseo por Amanda no parecía disminuir. Aquella noche se convirtió en una fiesta de sexo lasciva y desinhibida que ninguno olvidaría jamás. Amanda sabía que volvería a llamar a sus lujuriosos amigos cuantas veces quisiera sentirse tan apetecida y deseada de nuevo.
