Erin y Lily eran las mejores amigas. También eran lesbianas declaradas que disfrutaban explorando los límites de su sexualidad.
Un día, descubrieron un perfil en un sitio de citas en el que un apuesto hombre de ojos verdes anunciaba estar buscando a dos chicas para una noche de placer. Las chicas se miraron sonrientes, imaginándoselo todo.
Respondieron de inmediato al anuncio y comenzó una candente conversación con él, cuyo nombre era Damián. Damián las invitó a pasar el fin de semana en su lujosa mansión y ellas aceptaron sin dudar. Estaban ansiosas de descubrir todo lo que les depararía esta aventura.
Cuando Erin y Lily llegaron a la mansión de Damián, este las recibió con una copa de champán y las condujo a la enorme suite principal. Damián era aún más atractivo en persona, con un cuerpo esculpido de bronceado.
Dijo que las quería a ambas y que la noche sería larga, llena de placeres inimaginables. Erin y Lily se sonrojaron, cada vez más excitadas. Se besaron apasionadamente delante de Damián, tentándolo.
Damián se unió a ellas en la cama, acariciándolas y besándolas suavemente por todo el cuerpo mientras se desnudaban. Erin y Lily se entregaron a sus caricias, explorándose mutuamente con manos y bocas expertas.
Pronto, Damián se colocó entre las piernas de Erin, mientras Lily seguía besándola y masajeándole los pechos. Erin gimió al sentirlo dentro, mientras Lily se corría con sus labios y dedos hábiles.
Lily se colocó después sobre Damián, montándolo con frenesí. Erin la masturbó y la besó, uniéndose al placer compartido. Damián las complació alternativamente, llevándolas a éxtasis tras éxtasis.
Esta noche de exploración los unió en una danza erótica y apasionada. Nada volvería a ser igual entre ellas después de descubrir tantos placeres juntos. Su amistad y su sexualidad nunca volverían a ser las mismas.
Y así, con el alba, se despidieron de Damián y partieron, cambiadas por completo. Una aventura que nunca olvidarían.
